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¿Por qué usamos signos de interrogación?



La oratoria y la escritura estuvieron íntimamente ligadas en su origen. A esto se debe que el propósito principal de las marcas de puntuación no fueran ayudar a la comprensión, sino a quienes leían en voz alta. Estas marcas indicaban al lector dónde poner énfasis en las sílabas y dónde hacer una pausa.

En latín, una pregunta se indicaba por la palabra questio al final de la oración que, debido a la tediosa tarea que resultaba escribir a mano un libro, se acabó sustituyendo por la abreviatura QO. Sin embargo, como esta podía confundirse con otras abreviaturas, los escribas comenzaron a colocar la Q sobre la O, convirtiéndose pronto la primera en un garabato y la segunda en un punto.

En el siglo XV, con el desarrollo de la imprenta, surgió la necesidad de contar con una puntuación estándar. Así fue como Aldo Manuzio publicó el primer libro de normas de puntuación en el año 1566, que incluía el punto, la coma, los dos puntos, el punto y coma y, por supuesto, el signo de interrogación.

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