Preguntas y respuestas curiosas

La razón es que, cuando hace frío, el aliento se hace visible porque se condensa, es decir, pasa de estado gaseoso a líquido. Cuando el frío es extremo, la condensación del aliento se deposita en las cejas, pestañas o barbas. Y se congela.

El algodón de azúcar no es más que una madeja de finísimos hilillos de azúcar coloreado. Para obtenerlo se vierte el azúcar y el colorante rosa en un recipiente circular con una gran cantidad de minúsculos agujeros que gira sobre una fuente de calor. El calor derrite el azúcar. Por efecto de la fuerza centrífuga, sale despedido a través de los orificios en forma de filamentos, semejantes a hilos de algodón, que al enfriarse se solidifican y pueden recogerse en el ovillo. Un dato curioso es que su contenido calórico no es alto, pues no es más que una vaporosa cucharada de azúcar disuelta en una gran madeja de aire.

La ropa no abriga por sí misma, sino por ser capaz de retener aire en pequeñas cámaras que impiden la pérdida de calor. Por ello, si el algodón es más fresco que la lana es simplemente porque la textura de éste tejido es más capaz de retener la del aire que la de aquél. Cuanto más apretada sea la textura de una prenda, menos calor dará. Por ello, tejidos esponjosos como la franela se sienten más cálidos que tejidos lisos como el satín.

Según la "hipótesis de la higiene" el actual alimento de las alergias y de las enfermedades autoinmunes es debido a que como crecemos sin entrar apenas en contacto con la suciedad ni con las bacterias normales del ambiente, nuestro sistema inmunitario no llega a desarrollarse plenamente y esto provoca una respuesta desproporcionada de nuestras defensas como irritantes menores o potencialmente inocuos, como podría ser el polen.

Si las tapas fueran cuadradas, al ser la diagonal del agujero más larga que los lados de la tapa, ¡ésta podría caer dentro del agujero! Una tapa redonda, por el contrario, nunca podrá introducirse en el agujero que tapa. Además, es mucho más fácil transportar una pesada tapa de alcantarilla rodando que tener que cargar con ella...

El principal culpable del mal olor que desprende el ajo es un potente fungicida y bactericida - de ahí, por otro lado, sus virtudes salutíferas - llamado alicina. Este compuesto es inestable y da lugar a numerosas sustancias que contienen azufre. La ingestión de alicina provoca así mismo en nuestro cuerpo la producción de un gas incoloro de olor parecido al repollo podrido liberado por la materia en descomposición y por la materia fecal de animales.

Si la presión del aire se ejerciera sobre un único punto nuestros cuerpos acabarían deformándose. La razón de que esto no ocurra es que la presión no se ejerce en un único punto: el aire es una mezcla de gases, y una de las propiedades de los gases es que las presiones que ejercen son iguales en todas direcciones.

Al verter el líquido en la herida y entrar en contacto con la sangre crece una espuma blanca. Lo que ha sucedido es una reacción química por la que el agua oxigenada se ha descompuesto liberando el oxígeno. Dado que la mayoría de las bacterias patógenas no pueden vivir con oxígeno mueren en esa espuma altamente oxigenada.

En efecto, si no bañamos en agua 24ºC es probable que tengamos frío, mientras que el aire a esa misma temperatura lo encontramos agradable, o incluso caluroso. La razón es que la sensación de frío tiene que ver directamente con la velocidad a la que perdemos el calor de nuestro cuerpo, y sucede que el agua conduce el calor mucho mejor que el aire, por lo que en su interior perdemos calor mucho más rápidamente.

El agua de mar tiene aproximadamente un 3% de sal, mientras que los riñones no pueden producir orina con una concentración de sales superior a un 2%, por lo que se verán obligados a retirar agua de nuestro cuerpo para diluir el contenido extra de sal y ello nos hará sentir más sedientos. Tendríamos que expulsar por la orina más líquido del ingerido, y para ello lo extraeríamos de nuestros propios tejidos con la consecuente deshidratación.

Entre los componentes de los jugos que segrega nuestro estómago para descomponer los alimentos destaca el ácido clorhídrico, una sustancia capaz de corroer por completo una pieza metálica. El estómago elabora alrededor de seis vasos de ácido gástrico al día. La cantidad de ácido clorhídrico que genera nuestro organismo es absolutamente letal para la vida del mismo. Así las cosas, ¿cómo es que el ácido gástrico no corroe al propio estómago? La mucosidad que reviste la cara interna del estómago forma un grueso revestimiento que lo protege e impide que sea digerido por sus propios ácidos.

Añadiendo al acero una pequeña cantidad de cromo (habitualmente un 12%) lo hace resistente a la suciedad y a la oxidación. La razón es que los óxidos del cromo forman una capa impermeable que impide al oxígeno reaccionar. Más tarde se descubrieron otros metales, como el aluminio o el níquel, que reaccionan de manera similar.

La razón de esta diferencia es el diferente punto de ebullición de cada sustancia, es decir, la temperatura a la que una sustancia cambia de líquido a gas. Pues bien, mientras que el agua hierve a 100ºC y, a partir de ahí, en lugar de calentarse, se convierte en vapor, el aceite continúa calentándose hasta superar los 200ºC.