Realmente, no les cuesta ningún esfuerzo. Lo logran mediante un diseño especial de sus garras que hace de ellas un mecanismo automático. Las aves tienen en sus patas unos tendones especiales que les permiten agarrarse. El tendón flexor del muslo discurre hacia abajo, en dirección al tobillo y también hacia la parte inferior de los dedos de las patas. Así, cuando la rodilla está flexionada, las garras se cierran. Y para flexionar las rodillas basta el peso del propio animal. Cuando el ave desee abandonar la rama, se verá forzada a estirarse contra su peso corporal para liberarse de la esta.
Las verdaderas respuestas insólitas, pero indiscutibles sobre el mundo.
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