En efecto, la Luna y el Sol, cuando están en lo alto del cielo, parecen más pequeños que cuando los vemos en el horizonte. La razón no es que se hayan alejado de nosotros en su órbita, por supuesto: la Luna está siempre a 385.000 km de distancia de la Tierra; la auténtica razón es que nuestro cerebro se equivoca al calcular el tamaño de los objetos cuando tiene elementos de referencia con que compararlos. Hagamos la experiencia: si la comparamos la gran Luna del horizonte con el tamaño de nuestro pulgar y luego, cuando está en lo alto del cielo y nos parece más pequeña, volvemos a hacer lo mismo, comprobaremos que su tamaño no ha variado. Todo ha sido una ilusión óptica, un fenómeno de carácter psicológico. El factor determinante es que una Luna baja la vemos cerca de árboles, montañas o edificios que conocemos y por tanto nos parece mucho más grande que cuando está aislada en lo alto del cielo sin nada con que compararla.
Las verdaderas respuestas insólitas, pero indiscutibles sobre el mundo.
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