Debido a la escasez de nubes, el desierto recibe, en efecto, mucha radiación solar por el día, y además apenas existe vegetación, por lo que el suelo se calienta rápidamente. El resultado es que de día podemos llegar a sufrir temperaturas de hasta 58ºC. Sin embargo, de noche no es que el calor se "mitigue", sino que el efecto se invierte. Lo que sucede al ponerse el sol es que la combinación de poca vegetación y cielo despejado mencionados hace que no haya nada que atrape el calor y la temperatura desciende radicalmente, a menudo hasta menos de 0ºC.
Las verdaderas respuestas insólitas, pero indiscutibles sobre el mundo.
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