Los bolígrafos escriben gracias a una diminuta esfera de metal situada en su punta, dentro de una boquilla. Por lo general esta esfera es de acero inoxidable y a veces está fija, para una mejor adherencia con la superficie de escritura. En el cuerpo del bolígrafo hay un depósito de tinta. Al presionar la punta para escribir, la esfera se impregna de la tinta y la conduce al papel. La tinta fluye ayudada por pequeñas muescas en la boquilla y lo hace suavemente gracias a la base aceitosa de la esfera. El aceite ayuda también a reducir la volatilidad. Por ello es menos probable que se seque la tinta de un bolígrafo en su depósito que las tintas a base de agua o alcohol de las plumas estilográficas. Gracias a un orificio en el bolígrafo, el aire puede ocupar el lugar de la tinta usada; de no ser así, el vacío resultante no permitiría el flujo de la tinta.
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